Guangopolo: ‘Aquí todos sabemos tejer cedazos’

La Hora Quito 30/04/2016

Las artesanías dan vida a Guangopolo, un pintoresco poblado del Valle.

Sus pobladores se enorgullecen de vivir en la ‘Capital mundial del cedazo’. Esta es una identificación que el pueblo ha labrado durante décadas gracias a su laborioso trabajo, que consiste en realizar artesanías a partir de las cerdas de la cola del caballo.

Los guangopoleños mantienen una antiquísima tradición de confeccionar cedazos, pero también hacen llaveros, cinturones, cepillos e incluso aretes con los pelos de los equinos.

De la importancia de esta actividad, dan cuenta las personas que a diario circulan por la vía Intervalles, que comunica a Los Chillos y Tumbaco.

En el costado occidental de esta vía, en plena entrada al pueblo, es imposible dejar de mirar una escultura de dos metros de alto que rinde homenaje a los artesanos de esta población.

A pocas cuadras, en el centro se encuentra ‘El Cedacero’, un edificio con grandes ventanales, que funciona como un centro de exposición y de venta directa de la artesanías que se hacen en Guangopolo.

La administradora del sitio, Corina Narváez, destaca que estas artesanías tienen una calidad excepcional y asegura que en otras partes del mundo “valdrían un ojo de la cara”, porque son hechas a mano.

TEJIENDO. El tejido de cerdas de caballo es el corazón de Guangopolo, dice Rosario Legna de 60 años, mientras trabaja.

Atención

Narváez explica que 10 artesanas y un artesano se organizan en dos turnos diarios para recibir a quienes visitan a esta población. “Se están constituyendo formalmente como gremio para tener más oportunidades de ampliar sus mercados y exhibir sus productos en otras partes del mundo”, acota la funcionaria.

Kati Legna, una de las artesanas, quien tiene de 34 años de edad, se encontraba dedicada por completo a entretejer las cerdas con una forma de círculos perfectos de colores vivos. El resultado: Unos aretes con una apariencia delicada y sobria.

 “Cuando vienen de otras ciudades me preguntan si son de seda, de papel o de algún otro material. Cuando les cuento que también son de cola de caballo se quedan asombrados. No creen que es posible hasta que me pongo a tejer”, comenta.

Legado. En todas las casas se aprende a manejar las guanguas (telares), “por eso este pueblo se llama Guangopolo”, explica Francia Quishpe, de 59 años.

Una verdadera herencia

Sobre mesas con impecables manteles de color blanco, las artesanas también exhiben el producto de su ingenio y manos laboriosas que a su vez responden a una ley no escrita, pero de plena vigencia durante más de un siglo en este pueblo, según cuentan sus mayores: A los 7 años de edad todos aprenden a tejer sus cedazos.

Rosario Legna, de 60 años , confirma esto: “De nuestros padres recibimos por herencia este oficio que, a su vez, nosotros les transmitimos a nuestros hijos. En todas las familias de Guangopolo, apenas sus niños cumplen 7 años se les empieza a enseñar cómo manejar las guangas (telares)”.

Las artesanas Legna confirman que este centro es el lugar más visible de su actividad artesanal, por lo que muchos visitantes aprovechan para tomarles fotos en plena tarea. Sin embargo, agregan que prácticamente todas las casas de Guangoplo tienen un telar.

Francia Quishpe de 51 años de edad, por ejemplo, tiene su telar justo bajo el portal de su antigua casona de dos pisos. “Para nosotros es una verdadera bendición que desde pequeños nos hayan enseñado a tejer. De la casa todos salen aprendiendo a hacer sus cedazos. Y esos nos ha servido para la vida. Con eso he educado a mis cinco hijos y dos hijas”.


Los tiempos van cambiando

Al costado de la vía principal Mayra Yánez, de 58 años de edad, tiene sus sembríos de verduras y de hierbas aromáticas. “Ya va a ser 10 años que no me dedico a los cedazos sino a la agricultura. Los dejé porque empezaron a pagarnos menos y todo porque en otros lados fabrican lo mismo a bajos precios pero con materiales sintéticos.

Entonces se vende menos y a precios más bajos. Entonces, como yo, mucha gente ha dejado los cedazos y el tejido de artesanías como algo importante, pero complementario, que siempre ayuda a la economía del hogar”.

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