De pie, frente al bastidor, con un pastel café entre sus dedos, el maestro Charles Muñoz Cueva debate su talento entre dibujar un caballo y un lobo. Se encuentra en su taller, donde varias de sus obras y las de sus estudiantes repletan el espacio.
Tranquilo, sonríe mientras deja sobre una mesa los materiales con los que trabaja para conversar sobre su carrera artística, la misma que celebra 25 años, sus bodas de plata.
“En este tiempo espero haber aportado en algo. Más allá de la pintura y los viajes, mi satisfacción estaría en haber servido a mis chicos dentro de su proceso de formación. Por otro lado, está la alegría de estrechar amistades. Los amigos es lo mejor que me ha dado el arte”, expresa el pintor, quien también dirige talleres en zonas rurales del país.
Su primera exposición la realizó en su departamento. “Así de simple, no en ninguna galería”, enfatiza con picardía. “Me puse de acuerdo con mis amigos e hice el montaje en la sala… No había ni dónde poner un pie, hubo mucha gente y, bueno, también no es que era una sala tan grande”, recuerda entre risas.
Primero pasos
De niño tenía claro que le gustaba dibujar y pintar; pero, por su cabeza no cruzaba la idea de ser artista. De su infancia, un hecho no se ha borrado de su mente.
“Era peladito, no sabría precisar la edad, pero tengo claro que eran las Fiestas de Quito. Me mandaron a hacer un dibujo. Yo hice un toro muerto en media arena y lo que más sobresalía era la cantidad de sangre que pinté. Me acuerdo de esto porque, cuando fui a una plaza, me di cuenta que no era como yo dibujé: más parecía un camal que una plaza –manifiesta mientras suelta una carcajada–. Pero, ahora que lo veo, el toro estaba bastante bien realizado”.
Otra de las anécdotas que comparte es la labor que fungía debido a su talento: “Desde que recuerde, siempre fui el ayudante de los profesores de Anatomía y Biología. Ellos me pedían que hiciera los gráficos de insectos, animales, huesos, en fin, de todo… Mis amigos se quedaban admirados de la meticulosidad y precisión de mis dibujos”.
Llegada la vida universitaria, Muñoz le apostó por lo que parecía su vocación: la odontología. “De esa carrera me queda el conocimiento que adquirí en Anatomía, sobre todo del rostro, lo que me ha permitido aplicar en los retratos”, puntualiza.
Su camino parecía no encajar combatiendo a las caries. En un momento de su vida descubrió que hay otras formas de mejorar las sonrisas. Así, incursionó en Turismo y se graduó como administrador. Pero esta actividad tampoco estaba destinada para él.
Empujón
“Cuando estudiaba Turismo conocí a doña Ximena Escudero de Terán, tremenda crítica e historiadora de arte. Ella me llevó a trabajar como museógrafo. Estábamos elaborando el museo de un banco, pero nunca se abrió. Ahí ya fui ganando experiencia entre en los montajes y me fui empapando del arte”, relata.
Después, otra entidad bancaria también decidió armar su colección e impulsar muestras arqueológicas y de arte. Escudero no dudó en llamar al maestro Muñoz, quien, poco a poco de forma autodidáctica, ya iba involucrándose en distintas técnicas.
“Doña Ximena me dijo: ‘Charles, esta vez trabajamos más duro, se trata de unos proyectos interesantes y que sí parecen ejecutarse’. Yo no dudé y me sumé a su grupo de trabajo. Por entonces, ella empezó también a motivarme para que me dedicara al arte”.
En esos trajines se encontró con Guillermo Dueñas –“un mecenas para mí”, enfatiza el pintor–. Él le brindó ayuda económica, lo que le permitió arrancar con su proyecto artístico, “cuando junto a mi esposa, Laura Zapata, no tenía ni un peso en el bolsillo”.
A partir de entonces, su labor artística no ha parado. Lleva alrededor de 60 muestras individuales y más de un centenar de colectivas, tanto a nivel nacional como internacional.
Ha incursionado en todas las técnicas: lápices de color, pasteles, acuarelas, témperas, acrílicos y óleos, siendo los últimos los de su preferencia porque “son tan maleables como amigables y dan paso a una mayor variedad de posibilidades dentro del proceso artístico”.
Prefiere a la espátula antes que al pincel: “Me gusta su fuerza y libertad. Por supuesto, no es que he abandonado al pincel, lo que sucede es que tan sólo lo utilizo para trazos finos”. (DVD)
Promoción cultural
° Charles Muñoz Cueva dirige el proyecto ‘Arte en las Parroquias Rurales del Ecuador’, bajo la consigna de gratuidad para los niños y jóvenes participantes, considerando a la pintura como una expresión que complementa la vida de forma integral.
Esta iniciativa nació en Llano Chico (Quito), y se fue extendiendo a otros sectores de la capital, así como ha intervenido en provincias como Imbabura y Bolívar.
Para 2014 esperan llegar con el proyecto a la región Costa. Hasta el momento se han realizado 11 ediciones del proyecto, que tiene por contraparte a los centros culturales CMC, encabezado por Charles Muñoz, y por Arte Actual, dirigido por la promotora cultural Laura Zapata.
Perfil
CHARLES MUÑOZ: Artista plástico y promotor cultural ecuatoriano. Ha realizado múltiples exposiciones, individuales y colectivas, en Ecuador, Perú, México, Chile, entre otros países. Dirige el Centro Cultural CMC Arte. Como promotor cultural, se ha involucrado en zonas periféricas con el proyecto ‘Arte en las Parroquias Rurales del Ecuador’.