Historias de Padres: La lucha de los Di María

19/06/2016

El plantel de futbol argentino está plagado de emotivas historias, una de ellas es la de Ángel Di María, jugador de dicha selección, y la lucha de la pequeña Mía Di María por su vida

Mía Di María, la hija de Ángel y de su mujer, Jorgelina, nació el 22 de abril de 2013 por cesárea, con sólo seis meses de gestación. Sí, un nacimiento prematuro que la obligó a estar internada por casi dos meses, en los que los padres no podían estar con ella y sólo podían visitarla dos veces al día. De día, para saludarla. De noche, para desearle un buen descanso. Fueron días terroríficos para la pareja, que hacía el recorrido de la casa al hospital llorando.

Antes de nacer, los médicos le diagnosticaron 30 por ciento de probabilidades de que viviera. Una vez internada, los porcentajes no se modificaron mucho. Hoy, a más de tres años de su nacimiento, Mía es una niña fuerte. Y sus padres, dos luchadores que se pusieron al frente de varias fundaciones que ayudan a las familias de hijos prematuros.

"Mi hija me enseñó que todo se puede, a saber que lo más difícil a veces se puede convertir en algo fácil, en que el esfuerzo de uno puede tener recompensa, me enseñó a saber sufrir y a saber aguantar el dolor, a ser más fuerte. Todo esto que me transmitió me ayudó a hacer un año espectacular. Se lo debo a ella y a mi mujer, que son las que siempre están a mi lado y siempre apuestan por mí", le contó Di María al diario Marca, días después de consagrarse campeón de la Champions League con Real Madrid, en 2014.

Y agregó: "No fue fácil, pero había que luchar para seguir adelante. Pasamos allí más de dos meses, siempre estábamos con los mismos padres, el dolor te une ahí adentro, te hace más fuerte, y tuvimos muy buena relación con todos los papás que tenían bebés ahí dentro. Mi mujer sigue hablando con ellos también en un grupo de WhatsApp. Hablan, se mandan fotos de todos los bebés, hicimos una gran amistad".

Festival de música "Suena Pichincha" premió a los mejores

Pichincha al Día 19/06/2016

Desde las primeras horas de la mañana de este viernes 17 de junio, cientos de jóvenes se dieron cita en el parque Itchimbia, para disfrutar de la gran final del festival de música intercolegial "Suena Pichincha".

El evento contó con la participación de 28 colegios de la provincia, quienes con distintos géneros musicales demostraron su talento.
Ya en horas de la tarde el jurado anunciaba a los ganadores de las cuatro categorías que se convocaron este año en el festival.

En primer lugar en la categoría "Banda Música Tradicional", ocupó la banda Los Chávelos de la unidad educativa Uyumbicho. En "Banda Música Tradicional", la Banda Don Bosco de La Tola.

Por otra parte en la categoría "Solistas y Dúos", ganó Steeven de la unidad educativa Manuela Cañizares, quien también se hizo acreedor a una beca completa para estudiar música en la Universidad San Francisco de Quito. Por último, en la categoría "Instrumentista", Alonso Moreta del Colegio Johannes Kepler se llevó el primer lugar.

El prefecto de Pichincha Gustavo Baroja, felicitó a todos los participantes que por su talento pudieron llegar hasta esta gran final y aseguró que festival continuará en búsqueda de nuevos talentos.

Yumbos, los ancestros ecuatorianos que danzan con las montañas

FOTO:  / ANDES ECUADOR
Agencia Andes 19/06/2016

Vestidos de blanco entero, con pañuelos y plumas de colores sobre sus cabezas, algunos con máscaras y otros disfrazados completamente, algunos llevan unos pingullos para simular los sonidos de la naturaleza, otros van con tambores y otros hacen sonidos con sus propias manos… los Yumbos, que son los primeros ancestros del Quitu Milenario  todavía alzan su voz a pesar de que la modernidad los ha alcanzado.

No se trata únicamente de una  danza ancestral, las Yumbadas son una herencia cultural que se trasmite de generación en generación y que involucra no solo el baile y la comida sino los sentidos que tienen frente a la Madre Tierra, las costumbres de seguir adorando a las montañas, de agradecerles sus favores y darse cuenta que todo cumple un ciclo pero que si muere va a renacer en otra forma.

“La Yumbada es vida, es pedirle a la madrecita tierra que nos de todo el alimento, toda la sabiduría para tenernos con vida cuidándola”, señala Fanny Morales quien comanda la Yumbada de Cotocollao que generalmente se celebra una semana después de la fiesta del Corpus Christi.

Ella junto a representantes de las otras seis Yumbadas que existen en Quito  se reunieron este viernes 17 de junio  en el III Encuentro de  Danzantes Ancestrales: Yumbos Quitu Milenario”  en la plaza de Santo Domingo. Allí danzaron por varias horas y compartieron su sabiduría con los pobladores de la capital que en muchos casos se acercaron para abrazarlos y sentir su fuerza ancestral.

Según Morales con estos encuentros los yumbos se están visibilizando para que la gente  conozca sus herencias y que se identifique con ellas.  “Todos somos herencia de los yumbos. Nosotros habitamos mucho antes de los Incas y es bueno que conozcan de dónde venimos y por supuesto a dónde vamos a ir”, afirmó.

Los yumbos de Rumicucho, La Tola Chica (Tumbaco), San Francisco de Conocoto, Pomasqui, Cotocollao, San Isidro del Inca y La Magdalena desfilaron por las calles del centro histórico para terminar en Santo Domingo donde presentaron el ‘Ritual de la Matanza’ en el que se hace una interpretación de la vida y la muerte.

A pesar de que en todas las Yumbadas se conservan los mismos significados hay algunas cosas que los hace distintos como lo sonidos que realizan con los tambores y los personajes que participan en la danza y los rituales.

Los Yumbos de Cotocollao tienen cuatro personajes principales la Yumba, que representa a las montañas hembra; el Yumbo Auca, que representa a las montañas macho; el Mono Martín que protege a los yumbos  durante sus rituales; y el Yumbo Mate que da la fuerza  y acompaña al tamborero. Los de Pomasqui solo tienen tres personajes: los yumbos, el santo padre y los monos, mientras que los de Conocoto tienen cinco personajes.

Lo importante es que a pesar de estas pequeñas diferencias los Yumbos conservan el mismo objetivo: trasmitir su legado a las siguientes generaciones. Es por eso que en el encuentro participaron desde los Yumbos más antiguos hasta pequeños niños que están aprendiendo a coger el ritmo de la música o que acompañan a sus padres al ritmo del tambor.

“Esto vamos heredando desde nuestros padres y también vamos dejando a nuestros nietos, hijos que sigan con la tradición (…) Le bailamos a la tierra y no queremos que esto muera sino que todos sigan bailando “, dice Ángel Terelanda de la Yumbada de Pomasqui, quien lleva más de 35 años manteniendo este ritual.
Otros de los elementos que los identifican son la chicha que se compartió con los asistentes al evento y que representa la fertilidad de la tierra. Los payasos y santos padres ponen el humor en la celebración, brindan un poco de licor a los transeúntes y también dan de comer unas ostias como una forma de burla a la religión católica que con la llegada de los españoles y la colonización desplazo a las creencias tradicionales.

El encuentro se hizo en coordinación con la Prefectura de Pichincha con el objetivo de justamente mantener viva esta tradición y de que nacionales y extranjeros conozcan sobre los Yumbos. Es por ello que también se hizo una exposición en la que la gente pudo conocer más sobre los ancestros ecuatorianos.

“En los tres encuentros hemos logrado que se den cuenta que es todo es una sola gran raíz, que entre ellos lo que se debe hacer es cultivar esa identidad grande que  es lo más puro que queda de la nación Quitu-Cara”, explicó Marcela Costales, viceprefecta de Pichincha.

Ella señaló además que la Yumbada “es una danza ritual que recrea la entrada del gran Quitumbe, fundador de Quito, desde las tierras de la costa. Es una danza sagrada que también está relacionada con el calendario agrícola lunar que tuvieron los Quitus-Caras”, dijo.

Los sonidos que los yumbos realizan con sus manos y con otros instrumentos son una forma de mostrarse, son como un grito hacia las montañas para decir que están vivos, que están ahí para resignificar todo. “Es como dicen vamos danzando y corazonando, es el sonido y el contacto con la tierra”, aclaró Costales.

Este tercer encuentro se hizo también como un homenaje a Taita Alfredo Costales quien falleció hace 15  días dejando un legado de más de 280 obras escritas en las que sacó a la luz a los Yumbos, hizo ver las profundas raíces de su identidad y los incentivó a seguir cultivando su danza ancestral.

El ritual de la vida y la muerte

El evento principal de las Yumbadas es el ‘Ritual de la Matanza’ en esta ocasión las siete comunidades de Yumbos lo realizaron en el centro de la plaza de Santo Domingo, cada uno a su propio estilo pero con la misma finalidad, demostrar que la vida tiene un ciclo que no necesariamente culmina con la muerte, porque todo se reinventa y se puede regenerar.

En este ritual los Yumbos matan a su enemigo pero luego ellos mismo lo resucitan, le dan una nueva oportunidad. Así las lanzan que antes le apuntaban ahora lo ayudan a sostenerse, a levantarse y renacer.


Durante la danza hay también algunas escenas cómicas en las que los enemigos se ocultan mientras que el matador lo busca para cazarlo. Aquí se interactúa con el público, se oculta tras de ellos, y los monos son los encargados de convencer al matador de revivir a quien ha dejado morir.

Tras los rituales de muerte y resurrección vienen los castillos que representan el fuego sagrado. Esto junto a la danza, los sonidos, los tambores y las alabanzas a montañas como el Cotopaxi, Chimborazo, Guagua Pichincha y demás muestran ese lado del Quitu Milenario que nunca ha muerto y que demuestra lo ancestral de estas tierras andinas.