03/11/2015
Como cada 2 de noviembre, miles
de visitantes colmaron el cementerio de Calderón, para compartir con sus seres
queridos, la tradicional celebración de finados.
Las puertas del cementerio de
Calderón, dieron paso a los cientos de visitantes que como cada año,
acudieron durante todo el día a este lugar, para celebrar la tradicional fiesta
de finados. El 2 de noviembre día de los muertos o fieles difuntos, muestra un
sincretismo entre lo pagano y lo divino, entre la celebración de los pueblos
originarios y la recordación del calendario cristiano católico.
El ambiente sobrecogedor del campo
santo, se mezclaba con el sonido reverente del órgano de Byron Cerón, joven
artista local que gracias a la invitación del padre Eduardo, párroco de
Calderón, compartía sentidas melodías que recorrían el cementerio mientras
cientos de familia entre risas y llanto, recordaban con infinito cariño al ser
que ya no está presente.
La tradición de los mayores se ve
conjugada con la novelería de los más jóvenes, que se sujetan a las costumbres
de sus abuelos en muchos casos. Hijos visitando a sus padres, esposos pintando
la tumba de sus esposas, familias compartiendo la comida que más le agradaba al
finado, son los tópicos que aún se ven en este lugar.
Para Julio Pozo de 22 años, quien
junto a su hermana y su novia, acudían a la tumba de su padre José Pozo. Las
diferentes muestras de cariño, no le incomodan “Cada quien tiene su motivo para
venir y hay que respetar, si algunos piensan que hay que poner música hay que
dejarlos. Porque cada quien defiende a los que quiere” señalo, mientras
continuaba en la tarea de adecentar la tumba de su progenitor.
A pocos metros una familia entera
compartía un plato de comida, mientras otros se apresuraban a colocar arreglos
florales, y coronas de papel. Todo es válido cuando se trata de demostrar el
cariño a quien no está, pero sigue presente en el núcleo familiar.
También había quien entre risas de
alegría compartía una partida de cartas para pasar el rato mientras se dejaba
todo listo.
“Un día me dijo mi madre nunca te
apartes de Dios, pronto nos veremos en el cielo, sea fiel, sea fiel al señor”
entonaba el grupo musical, mientras algunos curiosos dejaban entrever en sus brillantes
ojos un rastro de melancolía.
Un año más pasará y nuevamente el
cementerio de Calderón será silencioso testigo de los cientos de miles de
personas que agobiadas en algunos casos volverán a ingresar por sus puertas, ya
sea en sus propios pies o recubiertos de madera. CL