FOTO: Carlos Toapanta
Pichincha al Día 25/04/2016
Llegar a la playa de Atacames, ubicada a 30 km de la ciudad de Esmeraldas, fue diferente, no solo por la emergencia nacional que vive el país debido al terremoto de magnitud 7,8 del sábado 16 de abril, sino porque el mar que ya no es igual.
Ayer, siete días después de la tragedia, los esmeraldeños recuerdaron aquella noche. Minutos antes del gran movimiento sísmico, hubo otro de menor intensidad. No se imaginaron que fue el preámbulo de un triste acontecimiento.
Pasaron un gran susto. La tierra se movió fuerte y extendida. Todos salieron a las calles, incluso los turistas que disfrutaban de la playa, quisieron regresar de inmediato
Desde esa noche el ambiente turístico desapareció. Ya no hay luces en el malecón, ni bailes típicos, ni el voley en la playa.
Los restaurantes que ofrecían al turista los ceviches de camarón, sopa marinera, encocado de pescado, filete apanado, cangrejos recién salidos del mar, están vacíos.
Jorge Chiguo, vendedor artesanal del malecón de Atacames, los días feriados y el fin de semana vendía hasta $ 500,00.
Días después del terremoto, la venta se redujo totalmente. El sábado 23 de abril no vendió ninguna de sus artesanías que las trae de Riobamba, su tierra natal.
El Luto de ocho días decretado hoy por el Gobierno Nacional se hace eco con las olas del mar que están solitarias.
Según el último informe oficial, el número de fallecidos que dejó el terremoto en la Costa ecuatoriana suma 646, fueron rescatadas con vida 113 personas, hay 130 desaparecidos, 12.492 heridos que recibieron atención y 26.492 albergados.
Después de los días de luto, de ese tiempo de tristeza por la partida de nuestros hermanos víctimas de la tragedia y cuando deje de temblar la tierra, debemos volver al mar, a darle color, alegría, producción, turismo, esperanza, vida.
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